sábado, 25 de octubre de 2008

ES LA MEMORIA DEL PSOE LA QUE SE CARGAN

   Es la memoria del Psoe la que se cargan. Lo demás, la cacería de muertos y el advenimiento de un Nürember mesetario, sólo son efectos colaterales improvisados por los colaterales correveidiles, puros tiralevitas estrechos de pecho.

La memoria de estos socialistas de ahora tiene un gran trauma, un golpetazo que, de 1931 a 1939, ahogó España en falta de libertad, tiranía, indefensión, persecución, robos, mseria, hambre, toturas y muerte producida a gran escala. No es algo que se pueda olvidar por los que dicen ser continuadores y herederos de los rojos de entonces, de aquel socialismo de boina, alpargata y paseo final.

Nadie, salvo la osadía del ignorante, sería capaz de asumir aquel nombre y aquellos recuerdos. Pero como se trata de capturar el poder para los próximos cien años, han debido tragarse la píldora, del modo en que lo hace el socialismo desde el siglo XIX. No son culpables. Lo que hay que conocer es la memoria de los otros, que ya les han fabricado desde la propaganda de guerra del momento y desde sitios parisinos como el Ruedo Ibérico.

Nadie se llevó el oro de Banco de España, dos veces, como regalo para el tirano Stalin. Nadie saqueó el museo del Prado, que se pudo recuperar gracias a Pétain y los alemanes, que son los que llevan la fama de trincar arte mientras otros cardan la lana: Visítese el Hermitage. Nadie avasalló más bancos ni apandó más joyas. Nadie hizo contrabando de armas desde el mismo año 1931. Nadie declaró la República Catalana, dos veces. Nadie forzó, a tiros, un golpe de Estado, fracasado en 1934, dejando miles de muertos. Nadie pasó años, antes, anunciándolo como necesidad y victoria. Ni Nerón, con todos lo demás emperadores juntos, mató más cristianos.  Y sin deportividad. La castración es costumbre socialista, no lo dude. Y la violación con dinamitado.

Por eso el Psoe, desde su regreso, debe desmemoriarse. Perder el contacto con sus orígenes, con sus costubres mongolas y con sus vergonzosas derrotas cuando disponía de los mayores medios para la victoria, salvo, quizá, la enorme desventaja del sectarismo.

Se hizo, pues, lo evidente para un cerebro socialista: echar culpas a los demás, especialmente las propias. Al principio, eran las turbas, las masas en manifestación, los intelectuales erigidos desde una ideología parecida al beso de Judas los que anunciaban la buena nueva. La desmemoria del Psoe, voluntaria y, a veces, química, dejó un vacío que se ha debido llenar con otra culpabilidad por aquellos tiempos malos, aprovechando la gigantesca inversión hecha en la maldicion universal de Alemania. Basta con colgar de ese tren engalanado, a Franco y a los falangistas. A fin de cuentas, el Tercer Reich participó en la guerra de Liberación y bombardeó Guernica, suponiéndola repleta de judíos.

Pasen y vean a Franco en el papel de Hitler y a los  pistoleros falagistas representando a as SS. El propio Freud vería claro a través de estas traslaciones de responsabilidad y de personalidad. Aquí -se diría- hay una culpabilidad como el Aconcagua. No asumen, estos chicos no asumen y se han hecho un mundo paralelo.

De ministro en ministro y de historiador dócil a dócil intelectual de fabricación propia, se pasan las hambres de la historia fingiendo que ahora mismo están veciendo a Franco, al fin, atrapado en  la tumba de la Memoria Histórica. Pero lo que hacen es lo que Freud ha dicho: agacharse ante la propia responsabilidad, que les horroriza cuando llega la hora de los fantasmas.

Arturo ROBSY, Rector Explícito.

martes, 18 de diciembre de 2007

ANTINAVIDAD, QUÉ TÍOS


ANTINAVIDAD

Uno de los problemas de la pervivencia de las civilizaciones es la persistencia de la historia de los tontos. Al observarla, otros tontos de mayor rango han concluido una síntesis inapelable con la que hicieron verdades de consumo y de anticonsumo. De este modo, de cada cinco pensadores del Tercer Milenio, cuatro y medio están convencidos de que la Historia es Cíclica. Se trata del Eterno Retorno materialista de Nietzsche: con los eones, decía, llegará el día en que todos los átomos del universo volverán a ocupar la posición de hoy y todos estaremos en boga de nuevo. Y es verdad, si hay suficiente tiempo, porque Nietzsche no era matemático ni le embaucaba la propaganda: de lo cotrario hubiera comprendido que hay más átomos en una gota de agua que estrellas en la creación y que sólo la eternidad es el límite para los años que habría que esperar a que los escurridizos átomos se agruparan como ahora mismo están.

Otro de los discípulos de Hegel fue Marx, mucho menos inteligente que Nietzsche y, por lo tanto, más práctico. Hay que dudar que percibiera el problema del factor tiempo en el Eterno Retorno, pero al hombre le gustaba también ver el mundo como pura mecánica, como un automatismo inevitable de la naturaleza: por ello decidió que, sin necesidad de esperar eones, la historia se repetía sin la ayuda del átomo. ¡Era tan sencillo aplicar las teorías evolutivas no sólo a los bichos y al hombre, sino a los hechos de los hombres, que son la Historia!

La idea era muy buena si se tenía que explicar a la bobería internacional; porque en el Siglo XIX, tras la francesada europea, quedaba poca gente dispuesta de mirar con cuidado el universo y muchísima decidida a comulgar con lo que el poder pensara, aunque pensara en las musarañas. Tras las catástrofes, las personas meditan sobre lo que se les manda, y la idea cíclica de Marx, mezclada con unos pellizcos de mesianismo, entraba muy bien, como el vino dulce: En un principio –se resume- había tíos con garrota y mujeres poco exigentes, que es no conocer a las mujeres, que siempre hilan fino. Así aparecieron las gens, o sea, una familia con un Padre, de la que, con el tiempo, llegaban a depender, como clientes, otras familias emparentadas. Piensen ustedes en Abraham y se harán una idea. Más o menos diez gens hacían una decuria y en ella había lazos de parentesco lejanos pero eficaces. Y unas treinta gens hacían una tribu. La vieja Roma tuvo tres tribus y sus Pater Familias tenían derecho de horca y cuchillo sobre los familiares.

Todo estaba muy bien pensado, pero en el vacío: El hombre solitario robaba una mujer y se establecía. De su familia, por esquejes, nacían otras y se organizaban todos en gens. Aún hoy decimos a veces que “Es buena gente” en lugar de la modernidad de “Es de buena familia”. Una evolución marxista perfecta que de la gens pasaba a la tribu, de la tribu a la ciudad y de la ciudad al reino, o sea, del Patriarca al Caudillo y de éste al alcalde. Siempre más o menos: hay que recordar que se trata de pensamientos torvos del Siglo XIX.

En cualquier caso los lazos entre las personas eran vagamente familiares y los cargos sociales se traspasaban entre la misma familia. Miren a Jerusalem, que era hacia donde miró Marx, y verán que tipos como Anás y Caifás eran de la misma familia y que siempre era así. De ahí a imaginar que los primeros jerarcas de la sociedad fueron los sacerdotes no había distancia, así que, tras la primera evolución del hombre solo al grupo, sucedió la segunda, centrada en los jefes: Primero mandaron sacerdotes, luego sacerdotes-jueces y vinieron los reyes-jueces. Todas clases elevadas y hereditarias, reservadas a ciertas familias. Todavía entre nosotros para ser rey ha sido necesario pertenecer a la familia Borbón que, en la antigüedad y en Francia, curaba los lamparones como señal de ser lo que eran por la gracia de Dios.

La tercera evolución marxista, vista desde el Siglo XIX, se refería a la clase social: de los reyes familiares por la gracia de Dios, la Revolución había pasado a los ciudadanos, especialmente a los ciudadanos propietarios: de entre ellos, que sabían leer y algo de cuentas, salían los cargos públicos y los Presidentes. Pero seguía siendo un asunto familiar y la base extensa de la pirámide, el pueblo, seguía en las mismas condiciones que el pueblo de los reyes y el de los sacerdotes. Metió mano indecorosa a su maestro Hegel e hizo a la historia una dialéctica, que hoy se llamaría, aproximadamente, una sinergia. La tesis eran los Reyes de una misma familia, o sangre real. La antítesis, la clase media enriquecida, sin sangre real pero con capacidad para decapitar a los reyes. La síntesis sería, pues, que la clase popular, la que con su obediencia daba el poder a unos o a otros, fuera oficialmente lo que era en la realidad: el poder, y de ahí se inventó el grito el sr. Guerra: “Too pal pueblo”. Quedaba inventada la Clase Burocrática. O sea, el papeleo.

Estaba claro, para los primeros sacudidos por la doctrina marxista, que se había terminado el dicho de que “caduno es caduno y cadacual con su cadacuala”. Todos iguales. La nación territorial pasaba a campo comunal y se gobernaría en nombre del pueblo. Mal comparado, como los romanos: Senado y Pueblo de Roma. Pero sin senado, que, en adelante, sería el partido único, el conducator, el führer, el duce, el que pastorearía a la gente hasta llegar a los campos de promisión, una sociedad sin propiedad y sin jefes, donde el hombre nuevo haría todo por desinteresada solidaridad, dentro de un mundo intensamente moral y cooperativo.

A todos los efectos intelectuales, incluido el Cociente de Inteligencia, el valor de aquel pensamiento utópico, materialista y estrábico, era el del conocido dicho “átame esa mosca por el rabo”, o, quizá, el de este otro: “aquí me las den todas”. Pero demostró una vez más que cuanto más disparatada es una teoría falsa, una mentira, mejor se la cree la gente, mejor se la traga aunque tenga un amargo sabor.

Con esto bien esclarecido, hemos de volver a lo que se decía al principio sobre la Historia Cíclica. La Historia, tan impalpable, pensaba por su cuenta, como la Evolución por la suya: Palabras, puras palabras que, como las demás, carecen de órganos con los que hacer planes. Pero la naturaleza humana es animista y un punto animal. Hoy, mentes hechas y derechas, o izquierdas, creen firmemente que la historia se repite, una y otra vez y que sólo dejará de hacerlo o cuando se alcance le sociedad feliz y comunista, o cuando, según Fukuyama, se haya alcanzado el máximo de libertad, de justicia y de riqueza, que es ahora: no se puede ir más allá. Non plus ultra. ¿Y si estamos en lo mejor posible, por qué cambiar? Así pensaba el doctor Pangloss, de Voltaire, en Cándido: el mejor de los mundos posibles. De donde se deduce –y perdónenme los afectados- que la Historia cíclica y el modo en que se estabilizará como una batería de vasos comunicantes, es una teoría no sólo falsa, sino reaccionaria que permitirá detener la sociedad en nombre del progreso y dedicarse a aplanar lo pasado hasta que quede llano y conforme con la teoría. Es de temer que nuestros socialistas de la corte zapatera, creen en la historia de repetición y creen que la dialéctica nos conduce inevitablemente a la República por orden de las inaplazables leyes de la materia. Y de las de la mala leche vengativa sin causa. De sobra saben que los malos eran ellos.

Sin embargo, la historia parece repetirse. Con los ojos desnudos se ve que la Primera República, con la acusación de envenenar las fuentes, se cargó tantos sacerdotes como pudo; y que la Segunda, con el asunto de los caramelos envenenados, hizo igual. O sea, eso es una clara repetición y habría qué ver lo que los sacerdotes envenenarían en la Tercera para conseguir ser asesinados. Algo semejante pasa con las dos Guerras Mundiales, los mismos bandos enfrentados y la intervención tardía de los Estados Unidos. Hasta con la “Emigración del Poder Mundial”. El Imperio ha seguido el camino del sol y de Persia fue a Grecia y de ella a Roma, y de Roma a España y a Inglaterra, hasta aposentarse temporalmente en los Estados Unidos, donde seguro que hay algún subcomité estudiando cuándo y por qué pasará a la China.

Hay que recomendar a los amigos algo muy sencillo en la edad de la Biología: Volved al “Gen”; admirad la doble hélice y, si es necesario, considerad a la Oveja Dolly, aquella santa. Porque la historia no puede repetirse: no es consistente, no tiene celebro ni mente y no es más lista que quienes se inventaron este estropicio del pensamiento claro. Volved al gen y preguntaos por qué de un Progenitor A y un Progenitor B rubios, nace un vástago rubio. O por qué muchos heredan las orejas del padre o el sexo de la madre Y aquello de los guisantes rugosos de Mendel. ¿Por qué, tras años de evolución para la supervivencia de los mejores, el universo mundo está rebosante de miopes, astigmáticos, daltónicos, hemofílicos, diabéticos, “cataráticos” –por así decir- colesterosos, sordos, ciegos y la demás gimiente estirpe de los enfermos? ¿Es que evolucionamos hacia la enfermedad? Nada más se añadirá porque, hoy, burlarse de la evolución, del gran simio y del pensamiento organizado sin origen, se pena con la burla mundial en los medios o con encierros en el archipiélago GULAG de cada nación.

Pero en el mundo inteligente lo que sí se repite sin cesar es el hombre mismo, que no es único ni intransferible. En las familias reaparecen no sólo características físicas sino intelectuales, y las hay con gran abundancia de vástagos inteligentes como las hay con sobredotación de asnos. Además, adónde no llega el gen llega la educación masiva obligatoria, donde se inculcan como reales hechos y teorías sin demostración y donde se da por fábula el tesoro de la metafísica. O sea, en el siglo XIII se enseñaba en las “scholas” de la Iglesia (las únicas) que el sol giraba en torno a la tierra exactamente igual que hoy la legión de maestros graban, en los cerebros en blanco que les han confiado, que sólo es posible la libertad si se participa a través de partidos políticos.

Es el caso que muchos tipos de hombre sí se repiten. Somos cíclicos de mala manera, y está bien estudiado que las personas de una forma de ser determinada, apopléjicos, asesinos, ladrones, falsarios o, en moderno, anales, leptosomáticos, psicópatas, cerebrotónicos y demás, se han portado de forma semejante a lo largo de los siglos. Por ejemplo, Godoy, Príncipe de la Paz, era un pícnico, lo mismo que Moratinos, ministro de Exteriores. ¿Se ha estudiado la semejanza o desemejanza de sus ideas naturales?

El tonto, el imprudente, el irreflexivo, el iracundo, el avaro, el espeso, son de repetición. Siempre los ha habido, como los orangutanes. Y si la historia parece repetirse es porque acaba en manos de personas muy semejantes a las que la protagonizaron a lo largo de los siglos. El buen gobernante trae buenos tiempos; y el malo, malos, y ese es todo el secreto, una vez que se acepta que esos tipos de repetición alumbran ideas repetidas, aunque convencidos de su genial novedad. Por eso las Repúblicas Españolas matan curas y cristianos y los matarán si regresan. Por eso Alemania se vuelve contra Francia sin remedio, y viceversa. Por eso la gente que quiere dar derechos a los “grandes simios” es gente que no suele amar a los animales ni ha crecido con ellos en casa. Por eso hay hombres que buscan y hombres que se conforman. O sea, porque la Historia es irrepetible en sí misma, pero los tontos no: o se les ocurren simplezas o las roban de un manual de filosofía.

Y así es como se llega al título extraño de Antinavidad, que en el original viene como “Antinadal”, o sea en catalán. Y viene en un periódico de la Iglesia, de una diócesis que no es catalana pero que anda trastornada y en malas compañías socialcomunistas, con agravantes separatistas. En ese periódico, o Diario Menorca, viene, a dos columnas, una entradilla en negrita: “Arte contemporáneo con ganas de provocar cambios”, y, debajo, a cinco columnas, “ «Antinavidad» como alternativa a los excesos”, donde, claro es, no se habla ni del nacimiento de Dios ni del solsticio siquiera. Dicen Antinavidad y, como buenos clerical-socialistas, se dedican a la crítica de las actividades comerciales de estas semanas: que si árboles, que si camellos, que si reyes, que si consumo de cosas inútiles… Nada, por supuesto, del consumo de ideas inútiles, porque para dar un palo al consumismo no hace falta hacer una Antinavidad sino una Navidad cierta: La Renovación del universo con el hombre a través de la fe. El origen mismo de la fe, que es la que da valor y comprensión, y el principio de la redención.

Pero esta Antinavidad es otra cosa, aunque enmascarada. Comienzan estos genios por algo con lo que simpatizar: “Que se pueda vivir libremente sin que uno se sienta en la obligación de ser feliz porque ese día toca (serlo)”. No lo dicen, por ejemplo, cuando los pueblos “arden en fiestas” y todos hacen el bestia precisamente porque “toca”. Ni abominan del domingo o de sabbat. Lo que duele es que en Navidad toque la felicidad, quizá porque esa fiesta es un movimiento del espíritu hacia la verdad que es la que gobierna la libertad”.

En la fiesta de inauguración se invitaba a “calimocho” (escrito Calimotxo) y a “gusanitos mix”, o sea, una fiesta de la gusanación, con presencia de músiva en conserva y de un acto cultural de primera especial. Un espectáculo casi insólito: “Grafitti en directo, de las manos de Osiris”. Osiris, si no hay error u omisión, es un señor con camisa de leñador, a cuadros, que cubre sus notables facciones con un filtro de pintor en masa.

Veamos: llegan los convidados, se atizan un calimocho en vaso –o a morro, dado el estilo cultural-, muerden algunos gusanos desprevenidos y contemplan como Osiris, notable de la Antinavidad, pinta a “espray” varios metros cuadrados. La parte que se ve en la foto del reportaje contiene, arriba, las siluetas de tres camellos negros. A media distancia, una $, de dólar enorme, del que cuelgan bolas navideñas, lucecitas de colores y, en lo alto, la estrella de Navidad. A su sombra, un Papá Noel enseña u ofrece una bolsa de dinero a un soldado de cuya nariz cae un carámbano, seguramente o sangre o moco. Y al lado, otro soldado con dentadura de piraña se abalanza contra algo que la foto no deja ver, mientras le sale por la nariz lo que parece un chorro de fuego. ¿Y si alguien explicara a Osiris que la $ es un símbolo trincado a España donde los palotes verticales son las Columnas de Hércules, y la forma de S la cenefa en que se lee “Non Plus Ultra?” Claro que, a lo mejor, tienen esa furia anti-estadounidense porque saben que el águila calva de su escudo lleva en su garra izquierda un haz de flechas.

Parece que la Antinavidad está servida con su opresión al pueblo, sus símbolos comerciales, sus militares asesinos y su imperialismo capitalista coronado por la estrella de Belén. No se nota bien pero, viniendo de quienes viene, es posible que esos soldados salvajes no sean árabes ni americanos, sino israelíes, porque las izquierdas españolas, por algún misterio que se me escapa, son antisemitas hasta el tuétano, o sea hasta el cerebro que es el tuétano de la cabeza. Esta es, como se ve, toda la originalidad posible con el empleo de los símbolos consagrados por la tozudez: abajo los Estados Unidos, abajo el dólar, abajo los ejércitos y abajo la Navidad. Los tres camellos, sin reyes encima, son un adorno para que la gente se percate que eso pasa en Oriente.

Estos antinavideños no quieren que nadie les obligue a ser felices en determinadas fechas; ni siquiera a tener ideas nuevas durante ellas y pintan a aerosol, como con aerógrafo, los símbolos de lo que hace desgraciada a la humanidad: Estados Unidos y, quizá, Israel, y hasta se comprende lo natural que es que se publique en un periódico de la Iglesia bajo el título de Antinavidad. Es la osadía de la juventud a la hora de repetir las consignas del siglo pasado. Falta, sin embargo, algún plutócrata devorando las ovejas del portal, algún alcalde extrayendo los tributos de pastores maniatados, algún Mig-21 bombardeando con martillos y hoces de caramelo y la vieja imagen de la República, con su corona mural, enseñando las tetas a un puñado de milicianos. Y judas. Falta Judas.

También falta, en lo alto, un falso ángel, con alzacuellos, pendiente de una cuerda transparente, desplegando un papiro –o un palimpsesto de los apócrifos- que diga « Social-Nacionalismo en la tierra a los hombres de poca voluntad”. Ya les gustaría, ya, que el mal de caletre arrasara la civilización, pero es sabido que el Social-Nacionalismo, si bien sabe como derribar, no tiene idea de cómo se construye una sociedad justa. Todas le salen campos de concentración. Incluso en Navidad.

Arturo ROBSY

viernes, 14 de diciembre de 2007

CARTA AL BURDEL

Tengo la suerte de ser auxiliado y educado en historias a las que no alcanzaba por mi Coronel D. Jesús Flores Thies, que me envió ayer este dibujo de D. Mariano Izquierdo Vivas, un notable pintor del que puede que no hayas oído nada. Y es natural que nadie hable del que pintó "Los fusilamientos de Paracuellos", obra de gran porte que estuvo muchos años en el Museo del Ejército pero que, como por casualidad, no aparece en las nuevas dependencias del Alcázar de Toledo. En la parte baja del marco se leía: "Español: perdona pero no olvides nunca". Bien perdido ha quedado; que se sepa que hay cosas que no se pueden decir tan crudamente ni entre gente agachadiza. Lo suyo sería decir "Español: olvida, pero no perdones nunca". Con mentalidad actual.

Mi Coronel von Thies, que cree en los juramentos prestados, tan vigentes y atropellados, me envía, junto al dibujo, esta carta que ha mandado a lo que llama "el burdel de la Carrera de San Jerónimo". Sin número, diría yo. Y lo curioso es que así, sin más señas, la gente piensa en el mismo sitio, el de los inútiles leones.

Os copio una carta seria y brava a la vez, lo que no suele prodigarse.

Arturo ROBSY


Te mando la carta que he enviado al burdel de la Carrera de San Jerónimo
"von Thies"



Hace tiempo, cuando se pergeñaba la infame ley de la falsa "memoria histórica", traté de que en ese Congreso se nos oyera a quienes considerábamos que lo que se iba a hacer era una barbaridad,. Queríamos exponer nuestras opiniones sin los tapabocas de los partidos políticos que sólo representan a los partidos políticos. No hubo respuesta. El español es un elemento que paga impuestos y vota cíclicamente, fuera de estas dos maravillosas actividades es sólo un número o un nombre en los numerosos archivos informáticos del "Gran hermano" que controlan hasta nuestra respiración. Pues bien, como español, con los suficientes años de vida para haber conocido lo que fue aquella siniestra república que acabó, gracias a la victoria del Ejército Nacional, con la época de los rufianes del Frente Popular, con sus persecuciones religiosas, asesinatos masivos y genocidas, saqueos, depredaciones, destrucciones y robos del Patrimonio Nacional, el despojo de Museos, Bibliotecas, Cajas Privadas de los Bancos, Montes de Piedad, casas particulares..., etc, etc, yo, español de España (nada de estado plurinacional ni otras mandangas engañosas), les niego autoridad moral para legislar nada, ni nunca. Los que os consideráis herederos de aquellos asesinos de la república del Frente Popular, no sois nadie para imponer vuestros complejos de derrotados a toda la sociedad española. Para mi no existe esa ley, que nunca aceptaré por inmoral, antiespañola y antilógica. Podéis seguir escupiendo sobre esta triste España que os tiene que soportar por aquello del voto y de la mitad más uno, pero vuestros salivazos no me alcanzan. Un mínimo de dignidad es mi pantalla blindada.

Que Dios os confunda.

Jesús Flores Thies

Coronel de Artillería-retirado

DNI XXXXXXXX

Barcelona

Y no hay duda de que Dios ha confundido a muchos y de las formas más diversas.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

LEYES VAN DO QUIEREN ALCALDES

LEYES VAN DO QUIEREN REYES y asimilados.

Esto es parte de la sabiduría popular española condensada en el refranero, pero también de los conocimientos mundiales de sociología del oprimido.

Milenios de padecimiento de leyes y de reyes lo corroboran y son pocos los momentos humanos que han estado libres de esta costumbre. Quien dice "reyes" dice además presidentes, autócratas, validos, grandes compañías o sátrapas. Alcaldes y guardias municipales de Harrelson.

Sencillo mecanismo: se escriben grandes principios con potentes apelaciones a justicia y libertad. Desde esos principios dicen que se hacen las leyes y, cuando te enteras, te prohiben afirmar alguna virtud de Franco, por ejemplo, y mucho más comparar justicias mejores con esta de ahora.

Debes por tu bien, además, procurar pensar como se debe, o sea, como ellos, que creen tanto en la libertad si, previamente, eres socialcomunista. Si no, ni agua. Si no, hostigamiento con cargo al presupuesto del estado o del municipio. Desdichado el hombre que no nace rojo, y peor si, además, no es tonto".

Contra mi casa y contra mí -disculpa que hable de mí un poco aunque no tenga el ego inflamado del cacique- se han hecho algunas maravillas famosas en tierras de socialistas sueltos. Me pusieron ante la puerta principal, apenas a un metro de ella, tres contenedores para basuras. Los guardias municipales sólo sabían decirme, en cumplimiento de la ley, que se trataba de "una decisión política". Eso lo justifica todo. Pero era una concejala roja que nos quería hacer pagar nuestra notable desafección. Han dado permisos que dejaban nuestra casa hundida y sin luz entre edificios, como en el fondo de un abismo y han perdido un expediente que empezó el inspectosr, con fotos y todo. Han reformado de tal modo la recogida de aguas pluviales que, cuando llueve, nos llegan a casa (y la inundan) infinitos metros cúbicos de mala baba. Inútil protestar. Inútil todo, porque debo comprender que ellos mandan y que yo debo callar pero que, aún callando, me la he ganado. Pueblerinos duros de mollera y fanáticos como obispos luteranos.

Hecho el retrato de esas gentes, muy por encima, paso a lo que me sucedió hace apenas un mes. Es divertido aunque indicativo, por decirlo de un modo sociológico.

Llegan dos guardias municipales del municipio socialista: el poli bueno y el poli malo. El poli bueno se pasa la escena en silencio, pero sonríe comprensivo. El poli malo empieza la actuación golpeando la puerta como un ariete de esos que se usan para echarlas abajo. La puerta, además, está entreabierta, es decir que no hace falta ser tan rudo y poderoso. Desde el interior, un familiar impedido dice repetidamente "Adelante" y "Está abierto". Ni flores. Sigue el asalto.

De alguna profundidad lejana llego, abro y me hago cargo de la visita. En teoría aquellos dos números se presentan para avisarme de que alguien -y me niegan saber quién- vió "ayer" un chorro gordo de agua en mi jardín. Me avisan por si es una fuga de la red y me piden explicaciones. Digo que nada de chorro porque "ayer" no llovió y esos chorros son las aguan de lluvia que han dirigido cuidadosamente para inundarme la casa.

¿Misión cumplida? Oh, no. El poli malo me pide entonces el DNI. Le digo que otra vez será,hermano. No hay razón para que el guardia que viene a darme un aviso, que es de agradecer, me pida la documentación, habida cuenta de que sabe en casa de quién está y, por lo tanto, con quién habla y a quién pretende fastidiar.

-Ustedes son del Ayuntamiento y allí disponen de todos mis datos. Se llama ventanilla única, o así.
-Yo no soy del ayuntamiento, me responde, quizá con encriptación, porque, al menos lleva uniforme municipal y gorra con ajedrez.
-Si usted lo dice...
-Además -ojo al dato- es para mi propia base de datos. No le tengo visto a usted

¿Hace falta explicar lo que contiene una frase como ésta? Aquel tipo indica que procurará no quitarme la vista de encima. Y no ha terminado la intención de coaccionar:

-¿Es usted de aquí?. Y las preguntas no paran, quizá es un complejo de Gestapo y busca a un judío enmascarado: "¿Es el dueño de la casa? ¿Cómo se llama? ¿Número de teléfono? y sucesivamente, hasta que llega a "Nombre del Padre". Me fastidio y respondo: "Está muerto". "Es igual", me dice el poli malo. Confío en que no quisiera significar que "daba igual la muerte de mi padre" y que fuera un comentario al hecho de que estaba tratando de reproducir a boli mi DNI. Gente ridícula no falta y este parecía dispuesto a hacerme sentir el peso de su importancia municipal. Los hay así. Además, sabía tan poco de mi que estaba claro que había sido enviado en alguna "decisión política", como la de las basuras a domicilio.

No suele gustarme que los desconocidos, con o sin uniforme, me digan que da igual que mi padre haya muerto. Me lo tomo como ofensa. Con mucha educación les digo que me alegro de que hayan venido, porque quiero mostrarles algo de verdad serio. La trasera de la casa da a un estacionamiento municipal y entre este y chez moi ha dejado el Ayuntamiento un despeñadero de 7 metros. Por otro lado del parquing, también con despeñadero, hace poco que un chico se cayó a lo profundo. Hubo suerte y no murió. Y hubo mala suerte y el alcalde y su colla no se molestaron en arreglar esos lugares peligrosos de la ciudad.

-En tiempo de fiestas -les explico- pongo hasta guardias de seguridad para que no se caiga la gente y se me mate en casa. Es un gasto humanitario.

Las cosas siguieron por ese derrotero y se deshizo la alegre reunión. Claro que yo sabía, al despedirnos, varias cosas: Que era raro que, para advertirme de una posible avería de agua en mi jardín, se me pidiera el DNI y se me sometiera a interrogatorio siendo que en el Excmo. Ayto obraban todos los datos. Que, además, aquel guardia eficiente y preguntón NO se me hubiera identificado como tal. O sea, a estas alturas no sé si me interrogó un policía municipal o un amateur.

Así que llamé a la sede de los polis y me respondió él mismo. Oiga, que no sé quien es usted, le dije, y si alguien se cae por ese talud quiero poder decir que le comuniqué el peligro que había.

-Aquí -dijo- no somos nombres, sino números. Bueno: acabó diciéndome que no me daría su nombre, ea. Y muy enfadado. Recuerdo que metía bastante ruido por la línea, no sé si ofendido.

Me dió luego su número, que me repitió dos veces. Bien. El Guardia sin Nombre, número Tal, creía haberse identificado, ¿o no lo creía? Porque un experto en números policiales me confirmó la natural sospecha: me había dado un número demasiado largo y extraño. Falso. No lo sé, pero me fío del informante.

Es decir que, aplicando el racionalismo, no sé quién me vino a dar la lata, pero sí lo sé. Y sé algo más, porque la vida es sapiencia: que el guardia X no era del ayuntamiento -él lo dijo- y que el responsable de métodos tan extravagantes y surrealistas es el alcalde socialista de Alayor, que no controla a su grey. De quien, de paso, no diré que no importan las bajas que pueda haber habido en su familia. Si las hubo, las siento.

Dios le bendiga, pero sólo con ocasión de ser Navidad, y que baje la velocidad máxima de la chulería que los ciudadanos debemos aguantar sin ponernos a nuestra vez chulos. O sea, clases de urbanidad y cortesía.

Arturo ROBSY

lunes, 10 de diciembre de 2007

PARA EL RESUMEN DEL MUNDO FALSO

LA CEGUERA COMO SISTEMA


A veces, en medio de la confusión de épocas que es hoy el mundo, es necesario preguntarse por lo que se ha hecho sobrevivir de las otras: por su utilidad, por su oportunidad y por su eficacia. Dan ganas de preguntarse si el Siglo XIX fue el antepasado del XX, o el XX el antagonista del XIX.

Alguna mente superior siempre descubre -varias veces a la semana- el método dialéctico y encaja la Historia en él. Si el XIX fue el siglo liberal, el de la idea del imperio liberal y de la nación, y el XX, en cambio, fue el del socialismo y, entrambos, los doscientos años más belicosos y asesinos, ¿no parece indicarse que tras la tesis liberal del XIX y la antítesis socialista del XX, el XXI ha de ser la síntesis del socialcomunismo con el liberalismo?

Pero cuando se usa el intelecto no se puede tolerar que se atribuyan inteligencia y método -características del ser humano vivo- a una teoría de la historia política. No piensa la Naturaleza como no piensa la tabla de multiplicar. No piensa la Historia, como no lo hace la lista de los Reyes Godos. Muy al contrario, todos hacen pensar y de ahí salen tristes borradores del Universo; verdades "pretàporter" que tranquilizan o marean a esa cosa casi insobornable que es, en el hombre, la necesidad de entender y entenderse.

Hay que imaginarse a un intelectual serio, o sea, uno de cuando no se podía decir cualquier cosa en la seguridad de que colaría, explicando la relación exacta entre el Universo y el hombre, para lo que sería necesario dar la composición inapelable de la aparición y el funcionamiento de ambos. Camino de la omnisciencia. Y, hecho esto, que el prestigioso intelectual precisara que lo dicho por él es la única verdad posible y él la única razón acertada.

Pues semejante egocentrismo, semejante soberbia intelectual, la pretensión de conocerlo todo y saber lo que hacer ante cualquier cosa, incluso prever lo que será la historia futura, ha sucedido varias veces: en las vísperas de la revolución americana, o de la Francesa, y en la de las revoluciones comunista y fascista, por señalar sólo tres hitos, las "Tres Vías" del hombre hacia la sociedad libre y justa.

También se sabe, con seguridad en esto, que entre las tres cosmologías se desataron las mayores matanzas que ha conocido la humanidad. Guerras que su ciencia no previó o causó ex-profeso, y sociedades -todas- profundamente injustas e infelices.

Entre nosotros perviven, tras aniquilar, unidas, a la tercera, dos de esas cosmologías, convertidas hoy en dogma casi frenético, o sea, tras renunciar a la explicación racional de sus evidentes resultados. Malos, pero convertidos en equilibrio inestable, con el mundo humano -la sociedad- a punto de volcar no importa en qué dirección.

Asombra que gentes actuales puedan considerar posible que los conceptos actúen como si fueran seres vivos pensantes y se obstinen en encajar "lo que hay" en en la teoría, antes de hacer una buena teoría con "lo que hay". "La Naturaleza -nos dicen- se rebela contra la contaminación humana". "La Naturaleza estuvo probando modelos de seres, simios y todo, hasta constuir los mejor dotados para la supervivencia". ¿Supervivencia en cuál de las muy distintas eras geológicas?

Asombra el egocentrismo de las teorías que dicen ser y postularse como las verdaderas. Que dicen, sin reparo, constituir la solución perfecta para la sociedad y el individuo. Para el niño y la niña. Pero los resultados, en cambio, no son asombrosos con sólo tener un mínimo conocimiento del alma humana: No es posible, ni lo será, que dos egocéntricos concuerden. No es posible que dos sociedades egocéntricas vivan en paz: provocarán guerras o revoluciones, traiciones y conspiración, palabra prohibida aunque constituye el noventa por cien de la historia política antigua y actual.

No saber cómo es el universo ni cómo el hombre es una característica fundamental de las doctrinas moribundas que se llamaron ideologías, tendencias de una ortodoxia brutal predicada ex-cáthedra y nunca demostrada. El devenir de la humanidad es un rosario de muertes inútiles y de atribuciones necias.

Muchos hombres, que deseaban buscar la verdad, han acabado creyendo que no es necesario ya que la poseen y es única. Por disimulo han articulado una falsedad en la que no creen: que cada uno tiene su verdad y que todas son respetables. Esto, además de ser imposible en lógica, es sumamente imprudente para la especie: si ya no se buscan la verdad ni la justicia, porque se afirma tenerlas, todo queda a punto para la actividad sectaria y, en consecuencia, se irá hacia nuevas guerras y nuevas crisis.

Más la natural subversión entre las dos convicciones actuales. No se puede esquivar el hecho de que se vive en una organización social liberal que en muchos lugares, como España, está dirigida por sus contrarios naturales: los socialismos ya fracasados pero que convierten el sistema democrático en algo infructuoso al emplear a la vez, y en situaciones parecidas, las dos ideas del Universo.

Las ideologías, evolucionadas ahora hasta el estado de cáscara nominal, sólo contienen intereses corporativos, toman el aspecto de religiones idólatras y adoran al Ciudadano o al Hombre-recurso: eso hace posible identificar la doble raíz de las últimas guerras y de las venideras: Como expansión de los intereses comerciales y, a la vez, la imposición de la verdadera fe que racionaliza y legitima esos intereses.

Los árabes no lo ignoran: una república al estilo occidental y tutelada por ex-cristianos, convertirá, obligatoriamente, su religión en mito, en beneficio de una de esas nuevas religiones que necesitan fieles que imaginen que ellas son la respuesta a todas las preguntas que contiene la creación, hombre incluido.

Del mismo modo que sucedió con nuestras dos repúblicas occidentales, la una liberal en 1873 y la otra socialista, en 1931, que acabaron en catástrofe. repetir las experiencias, como parece pretenderse al mezclarlas con oportunismo, sería un imperdonable caso de testaruda estupidez.

Desengáñese el español: es imposible que el sr. Rajoy y el sr. Zapatero, con independencia de sus inteligencias, lleguen a una cooperación o entendimiento. A los efectos, pertenecen a mundos distintos. Son las puntas de unos egocentrismos más antiguos que ellos y ellos han formado un problema irresoluble en nuestro tiempo: el vicio de creer en lo que no hay y de intentar explicar un universo que no existe a unos hombres que tampoco. Todo es otra cosa.

No es cuestión de decir a las personas lo que deben creer: eso lo hacen las ideologías. Pero es justo advertir que situaciones así no se resuelven si no es con guerras. La segunda o la milésima tanda de Guerras de Religión.

Arturo ROBSY

lunes, 26 de noviembre de 2007

LOS SESOS LES RESUENAN

España se ha "Autoindeterminado", o sea, más aún de lo que quieren los fascistas separatistas, por así decir. El Psoe es indeterminado, flotante, ambiguo e indefinido y puedes esperar de él grandes maravillas, hallazgos de la comunicación capaz de dejarnos absolutamente epicenos y gilipollas.

Reconozcamos primero que el socialismo se está reconvirtiendo muy de prisa en el viejo "rojerío", gentes salvajes, mentirosas y supersticiosas en 1931 y sucesivos; ateotes tan espirituales que eran capaces de fusilar a Dios, a la Virgen y a los santos (además de a las personas), lo que prueba que tenían anti-fe: No creían en ellos, pero dijeron y escribieron que querían matarlos. Cosas suyas.

Pero la veta espirista no se ha agotado en el Psoe, y el Domingo, 25 de Noviembre, la Factoría Polanco Pro- Psoe, a través de Tele4, en Cuarto Milenio, se descolgó con una pieza de lujo que será botín muy preciado para la Memoria Histórica. Si alguien creyó que pondrían a media España a cavar en busca de cadáveres de buenos y píos socialistas, se quedó corto.

El Alcázar de Toledo es una grave espina de su memoria: setenta días de sitio y con todas las fuerzas "leales" en contra, con cañones, aviones y minas, y aquellos inútiles no lograron reducir a los encastillados. Y les duele, porque aquello ya indicaba quién iba a perder el envite pese a disponer de todo el material y TODO el ejército: sólo se habían sublevado cuatro generales de los treinta y tantos.

Lo que importa es que en El Alcázar de Toledo y sus alrededores estos investigadores de la Historia Increíble, han merodeado después de algún fumeque moruno, y han conseguido una "Psicofonía". Se pone un magnetófono, se aleja uno a echar un petardo, se regresa y se escucha. A veces se creen oír voces que, bien tratadas con 0rdenador, algo dicen.

¿Y qué dicen unas voces salidas de ultratumba en la proximidad de El Alcázar? Veamos: los muertos en el heroico lugar eran nacionales, o sea, "Fascistas" de hoy. Pero aún así, esas voces han dicho claramente "¡Cerdos!", entre exclamaciones, y "Fascistas", lo que sería algo chusco si no hubiera resultado que, aunque nadie lo supiera, en una casa cercana fueran "represaliadas", bien afusiladas en su jardín, cuatro mujeres. No importa que en aquella casa, acribillada durante el asedio por los propios rojos, no viviera nadie desde mucho antes. No importa nada si va contra la teoría. Los espectadores de Cuarto Milenio lo oímos claramente, muy claramente: ¡Cerdos fascistas!. Toma castaña.

Esta vez, en un asunto concebido al humo de los porros sin duda, la inventiva socialista zapatera ha saltado al otro mundo, donde las almas en pena acusan a los fascistas. Como está mandado. Los fantasmas, que se sepa de una vez, también son republicanos. Hay uno,en cambio, que se pasea por los pasillos de El Alcázar, militar de "alta graduación", dicen, que debió ser muy malo y fascista porque no hace más que parar a los soldados con que se tropieza y mandarles: "Cuádrense". Un militarista.

Que el Psoe y sus subordinados televisivos lleguen a tal saturación en la mentira boba, es preocupante. Como es preocupante que, con los casi 110 caídos nacionales entre aquellos muros, no tengan fantasma ni abran la boca para decir algo como "Tócame los..., Prieto".

¿Hay que dejarlos volver a mandar, asesorados por sus fantasmas favoritos? Hagamos un pacto: les votaremos si encuentran la Atlántida y la sepultura de Hércules. Si no, lo de ahora: Que los fantasmas son ellos. Palabra.

Pero la cosa estriba en que los odios y la torpeza no saben moderarse, y por eso nos va como nos va a todos, testigos del trinque sin piedad. Pero desafiemos la ultratumba: ¿Por qué no hacen "psicofonías" en la Mola, donde asesinaron a toda la guarnición? Yo he visto huellas de manos de sangre, en las paredes: de los fascistas justamente afusilados por la horda progresista y democrática que le dicen. El edificio aún existe.

Arturo ROBSY

jueves, 22 de noviembre de 2007

EL PSOE PIDE PERDÓN POR LAS MATANZAS


Que sí, que el Psoe, a través de cargos conspicuos, ha pedido perdón por las salvajadas de antaño, cuando se disparaba sobre la gente sólo por comprobar que el arma estaba cargada. Y lo propio con el cuchillo bayoneta, por si no tenía buen filo.

Gracias a nuestros espías en el ayuntamiento de Alahor -el que va disfrazado de perchero- hemos podido saber que hace muy poco, en medio del oleaje del 20-N, don M. Borlá, alcalde del psoe apuntalado por los comunistas, a la salida del pleno dió con el codo a una señora, a la que dijo:

-"Lo siento mucho. Perdón"

No fue casualidad, porque el sr. Borlá sabía de sobra que la señora era concuñada del marido de una nieta de un afusilado por causa mayor, un señor que debió ser muy fascista porque le metieron diecisiete tiros, y el de gracia y desgracia.

El señor alcalde, que no debe ser muy malo, se disculpó así por el trato que está dando su partido a los asesinados de la guerra. Un detalle humano para señalar en estos "Trabajos de Paz perdidos", cuando el lado furioso del socialismo ha tirado a la basura todo cuanto se hizo por la paz y el perdón; por convivir con una historia terrible, donde los unos fueron víctimas y los otros -mal que les pese- sus victimarios sin causa y, en cumplimiento de las leyes republicanas -diz que democráticas- fueron ejecutados de limpios tiros en la caja del cuerpo.

Tanta verdad hay en esto como en las noticias que señalan que la Iglesia ha pedido perdón por tener mártires. Tanta dulzura como en la cara de rastrojo de la Vicepresidente Mª Teresa Fernández de la Vega.

Arturo ROBSY

P.D. El olvido programado no cambiará los hechos, ni quién se ganó el cielo y quién el tostadero. Los robos, las torturas y las muertes terribles las cometió el psoe de entonces -según constan en sentencias válidas aún- y es muy natural que el actual no pida ni perdón, para no dar difusión a su barbarie ahora que todos hablan tanto de la civilización.